El Viajero – Lifting para Cardiff

Joven y luminosa, la capital galesa ha dejado atrás su imagen de puerto oscuro. El día arranca con un contundente desayuno; sigue con arte y arquitectura de Richard Rogers, y termina en el Zink Bar
Si París es una mujer, y Londres, un hombre, lo de Cardiff no está tan claro. Desde su ventana a la bahía, el poeta local Peter Finch lo explica así: "Si me preguntas por el sexo de Cardiff, te diré que ahora mismo es un travesti. Mira, hasta hace bien poco, todos nuestros edificios eran industriales y opacos, es decir, muy masculinos; pero ahora la ciudad se ha vuelto más transparente, el cristal le va ganando terreno al ladrillo y, además, a todo le están saliendo curvas. Por fin esta ciudad se ha hecho mujer". Capital del carbón, capital del acero y, sobre todo, capital de Gales, Cardiff estrena imagen, y lo hace muy lejos de aquella fama que ostentó de ciudad oscura y portuaria. De aquellos lodos hoy nacen pubs luminosos, bibliotecas con techos vegetales, capillas que organizan showrooms y estadios de rugby futuristas. A todo hay que añadir el colorido de las 45 etnias diferentes que conviven por estas calles desde la época industrial. El resultado es una ciudad en femenino, pero en femenino plural, y con una operación que ha resultado todo un éxito. Éste es un recorrido por los aciertos del bisturí. 09.00 Desayuno completo Caerdydd (como se llama Cardiff en galés) es abarcable a pie. Eso sí, para recorrerla conviene empezar bien desayunados. Lo mejor es su zona de estudiantes: Cathays. Allí, un full breakfast en el moderno café 37 (1) (Salisbury, 37; 5 euros) ofrece suficientes baked beans (judías) y scrambled eggs (huevos revueltos) como para dejar mudas nuestras tripas hasta la hora del té. Eso sí, hay un consejo que conviene aplicar cuanto antes: hacerse el galés no resulta fácil. Desayunar un full welsh implicará algas y berberechos. A estas horas, mejor conformarse con acertar a pronunciar bien "gracias": diolch. Para asentar bien el plato, nada como un poco de camino. Se recomienda llegar al centro por Bute Park (2) y comprobar in situ que es cierto aquello de que en Gales la hierba congrega todos los pantones del verde. En medio daremos con el río Taff, que nos brindará la oportunidad de compartir camino con garzas y azulones. Ciudad fluvial, ciudad marina, Cardiff rebosa agua por todos sus costados. También por el cielo. Un nuevo apunte: descifrar el nublado galés resulta tan difícil como manejar su idioma. Lo que para nosotros es un cielo de juicio final, aquí pueden ser tranquilamente cuatro nubes pasajeras. Así que para saber si hay que coger paraguas e impermeable, nada de mirar al cielo; mejor fijarse en los ciudadanos. 11.00 Arte nublado Un buen refugio al mal tiempo es el National Museum and Gallery (3) (Cathays Park; www.museumwales.ac.uk; de martes a domingo, de 10.00 a 17.00; entrada gratuita), con sus excelentes muestras de paisajismo galés (siempre nublado, claro) y una de las mayores colecciones de impresionismo francés fuera de París, una muestra reunida gracias al legado de las hermanas Davies que incluye una versión del Beso de Rodin y la bella La Parisina de Renoir. Muy cerca nos queda el castillo de Cardiff (4) (Castle Street; www.cardiffcastle.com; abre de 9.00 a 17.00 hasta febrero; 9,90 euros). Su función de corazón de la ciudad le ha permitido conservar desde el siglo XI la siguiente receta: sobre una cama de vestigios romanos, dispone de notas normandas y guarnición gótica, todo salpimentado por unos graciosos monos y loros tallados en piedra junto a otras excentricidades que mandó disponer sobre las paredes su último dueño, el tercer marqués de Bute, ante la negativa de las autoridades a permitirle albergar un zoo privado en su interior. De camino a la bahía podemos aprovechar para ver el Estadio del Milenio (5) (Westgate Street), para muchos la catedral de Cardiff. De estructura futurista, con un techo deslizable de acero, admite visitas guiadas (www.millenniumstadium.com; 7 euros), con acceso directo al césped a través del emocionante túnel tras el que esperan en los derbies 74.500 gargantas vociferando himnos. 14.00 La gula galesa Conviene llegar para mediodía a la bahía, el antiguo puerto donde la ciudad se ha entregado de lleno a su orgía de luz y cristal. Antes de recorrerla, dos sitios para comer. En el elegante Mimosa Kitchen & Bar (6) (Mermaid Quay; 029 20 49 19 00; unos 20 euros) nos darán buena pasta, grandes hamburguesas y, para los aspirantes a galeses (ahora sí), un excelente cawl, el guiso nacional de cordero y verduras, servido aquí con queso tan exquisito como impronunciable: el gorwydd caerphilly. Muy cerca, en una antigua casa de piedra con cristalera a la bahía, está Woods Bar & Brasserie (7) (Stuart Street; 029 20 49 24 00; unos 30 euros). Aquí el menú es algo más amplio en el mapa, pero nunca pierde el norte: se ofrece salmón Gravlax o el alabado pato de Gressingham. 16.00 Cita con "el armadillo" La bahía (8) puede visitarse en barca tomando un waterbus (un recorrido de 30 minutos, 4 euros) o a pie sobre las aguas a través de la pasarela que asoma a las Wetlands (9), una curiosa reserva de humedales encajada como un oasis junto al lujoso hotel St Davids. Ya en tierra firme, hay exposiciones de arte y un agradable café en la Norwegian Church (10) (Harbour Drive, www.norwegianchurchcardiff.co.uk), un templo marinero que mantiene las mismas paredes blancas y el tejado negro bajo el que fue bautizado Roald Dahl. Al lado encontraremos más arte en el Wales Millenium Centre (11) (Bute Place, www.wmc.org.uk). Proyectado por Jonathan Adams, alberga ópera, teatro y ballet, y está coronado por un caparazón oscuro que le ha valido el apelativo popular de el armadillo. Otro icono de la bahía es The Senedd (12) (www.assemblywales.org), la Asamblea Nacional galesa, firmada por Richard Rogers, toda una joya de cristal y de la llamada arquitectura verde. La ventilación del edificio es totalmente natural, y el calentamiento, pasivo; en el interior apenas se enciende una luz eléctrica y el agua de los retretes la aporta la lluvia. 18.00 Compras bajo techo Se puede regresar al centro por la señorial y victoriana Lloyds Street (13) o por la multiétnica y afrocaribeña Bute (14), dos largas calles que discurren hasta el centro de Cardiff por dos mundos paralelos. De tarde, podemos disfrutar de los cafés y del shopping a cubierto en las Arcades (15) (entre St Mary, High y Queen Street) o entretenernos en puntos interesantes como G 39 (16) (Mill Lane, www.g39.org; de miércoles a sábado, de 11.00 a 17.30), un centro de arte emergente que empezó en el piso de un artista hace 10 años y ahora ocupa todo el bloque. 20.00 El bar Insomnia y un whisky De noche, la oferta para cenar en Cardiff es extensa. Los que hayan hecho ganas de mar pueden atacar una buena lubina o la ración de ostras por 15 euros en La Fosse (17) (9-11 The Hayes; 029 20 23 77 55). Y el templo galés de toque contemporáneo es el Armless Dragon (18) (Wyeyerne Road; 029 20 38 23 57; unos 30 euros), donde los puerros, solomillos y cangrejos locales se mezclan con cuscús, salsa nam jim o patatas dauphinoise. Después de la cena, en una ciudad con bares llamados Ha Ha o Insomnia, la noche se aventura divertida y larga. Una buena ronda es hacer el Buffalo (19) (11 Windsor Place), el Rococo (20) (95 St Mary Street) y el Zync Bar (21) (63 St Mary Street). Eso sí, como decimos, conviene ser galés con moderación, sobre todo de noche, sin necesidad de llegar a aquellos 18 whiskys del poeta Dylan Thomas.

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